jueves, noviembre 22, 2007

Gestando una idea

Muchas veces, como alumno en clases presenciales de cualquier materia, tuve la sensación de estar perdiendo el tiempo tomando nota de lo que el profesor escribía en la pizarra, que a su vez debía estar en algún libro o en sus propios apuntes. Por si eso fuera poco, muchas veces era preciso "pasarlo a limpio" urgentemente, para poder entenderlo en el futuro. ¡Más tiempo desperdiciado! Además, frecuentemente se colaban errores que provocaban no pocos quebraderos de cabeza; y la no asistencia a clase obligaba a fotocopiar apuntes de otros compañeros, que tampoco eran muy fiables.
Por eso me sedujo la idea de realizar un curso a ditancia. Pensé que ahorraría en desplazamientos y optimizaría el tiempo de estudio, aunque temía un trato impersonal. Afortunadamente, la experiencia ha superado mis expectativas. La facilidad de comunicación permite romper la barreras físicas de espacio y tiempo. He comprobado personalmente que es posible diseñar cursos que, aprovechando los avances tecnológicos, suministren contenidos de alta calidad, fomenten la autonomía del estudiante, tutoricen y reorienten su desempeño y se adecúen a sus objetivos. Para el estudiante autónomo este entorno de trabajo supone enormes ventajas, especialmente la posibilidad de organizar su tiempo conforme a sus necesidades.
¿Qué tiene todo esto que ver con la enseñanza/aprendizaje de idiomas? Pienso que es obvio. Son muchísimas las personas interesadas en aprender un idioma extranjero, y muchas las que se inscriben ilusionadas a diversas academias o contratan profesores particulares. Las más atrevidas lo intentan incluso por su cuenta o costean estancias en países extranjeros. Pero el porcentaje de abandonos y fracasos es altísimo. Generalmente otras ocupaciones y obligaciones diarias acaban interfiriendo y ocupando el tiempo inicialmente destinado al ansiado aprendizaje de una lengua extranjera. La tecnología actual nos permite estudiar en momentos y lugares antes impensables, de forma cómoda y agradable. No es preciso desplazarse al aula, ni tomar apuntes, ni concertar una cita con determinada persona.
En cualquier librería especializada o en internet podemos encontrar ingentes cantidades de documentos y materiales apropiados para el estudio autónomo. Pero el aprendizaje de un nuevo idioma es un fenómeno de naturaleza social. Son excepcionales las personas que consiguen aprender por sí solas. Además, es muy fácil "ahogarse" o perderse en la inmensa maraña de posibilidades. De ahí la necesidad de un guía, un experto, en definitiva, de un profesor...
Y sigo elucubrando. Nuestra sociedad demanda cada vez soluciones más personalizadas. Cualquier coche de serie actual admite más accesorios que el más sofisticado de hace veinte años. Al comprar pantalones es posible elegir no solo la talla sinó parámetros como la holgura en la pierna o la cintura. Los entrenadores personales programan dietas y planes de entrenamiento ajustados al metabolismo y objetivos de sus clientes. ¿Porqué no hacer lo mismo con los cursos de idiomas?
Aquí lo dejo por hoy. Tengo muchas ideas rondando por mi cabeza. Me encantará conocer vuestra opinión.